Viajes como este ofrecen mucho más que la oportunidad de aprender sobre Ciencia y Geografía directamente sobre el terreno. Nuestros estudiantes extraen una lección más profunda, algo que mantendrán consigo incluso tiempo después de que, recuerdos que consideraban imborrables, empiecen a desvanecerse. Los más seguros de sí mismos están aprendiendo a tener en consideración a los demás, empatizando y comprendiéndoles mejor. Descubriendo que permanecer en silencio no es falta de personalidad, valía o individualidad. Los menos seguros están aprendiendo que ser considerados es un atributo, no una debilidad. Y que la escucha, cuando es activa, puede ser una verdadera fortaleza.
Cobijados en sus camas, en habitaciones de seis y ocho compañeros, nuestros alumnos tienen la oportunidad de hablar con sus iguales, encontrando ciertas verdades compartidas a esas edades que, aunque diferentes en ocasiones, tienen más en común de lo que aparentan. Cada uno con sus propios miedos y aspiraciones. Algunos las manifiestan y algunos se las guardan para ellos mismos, unos están emocionados y otros más relajados, unos son más racionales, otros más creativos, unos más organizados y otros más desorganizados, a adoran hablar y otros prefieren escuchar. Todos somos humanos y, por este mismo motivo, todos somos valiosos.
La camiseta que lleva Silvia esta mañana lo expresa magníficamente: “No soy rara, soy edición limitada”. Cuarenta estudiantes disfrutan el inolvidable recuerdo de pertenecer una comunidad con un propósito. Unos cuantos días, breves, para aprender, reír y convivir juntos bajo el sol.











